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Esta es la historia de un viaje que surgió como un «plan b» a otro viaje pospuesto por la pandemia y que a su vez terminó siendo un reconocimiento de una zona de lo que iba a ser esa ruta «plan b».
A finales de mayo, se iba a celebrar la primera edición de Badlands, una carrera de ultradistancia en formato autosuficiencia y «off road», que por los motivos que todxs conocemos, tuvo que posponerse. Las vacaciones las tenía reservadas desde hacía meses para participar en la carrera, y al no poder celebrarse, alguna alternativa había que buscar. Aún así, dada la evolución de la pandemia, en Bélgica se permitía viajar libremente por todo el país a partir del día 8 de junio, justo cuando acababan mis días de vacaciones, pero por suerte las pude cambiar en el último momento y aplazarlas un poco. ¡Bien! ¡El plan B se podía llevar a cabo!.
Este plan B consistía en una ruta que en realidad tenía preparada para entrenar un poco antes de viajar a España para Badlands: Una vuelta a todo Bélgica uniendo diferentes puntos que me parecen interesantes para visitar.
Hay algunas rutas de larga distancia que recorren Bélgica, incluida una que da toda la vuelta al país pero no me resulta demasiado atractiva ya que aunque pasa por sitios bonitos, la veo muy en plan «dar la vuelta por dar la vuelta» rodeando las fronteras. Bélgica tiene muchos sitios interesantes que puedes usar como nodos para crear una gran ruta que recorra todos los paisajes y terrenos que ofrece el país (que a pesar de ser un territorio pequeño, es muy variado). Esto tampoco pudo ser esta vez, ya que la meteorología no me acompañó muy bien y junto con algunas limitaciones por las medidas contra el Covid 19, me hicieron desistir de completar esta gran ruta y dejarla para más adelante.
No hay mal que por bien no venga, ya que me dí cuenta sobre terreno que ciertas partes hay que cambiarlas ya que son auténticas ratoneras y para una gran ruta como la que tengo pensada, no merecen mucho la pena. Pero esto es otra historia que ya llegará…
La ruta empieza en Geraardsbergen, primero porque es donde vivo, pero no solamente por esto. Es una localización más o menos centrada en el mapa de Bélgica y con mucha tradición ciclista. Aquí se encuentra uno de los muros más difíciles de las Ardenas Flamencas, decisivo en el Tour de Flandes (y otras carreras) y además, ha sido la salida en cuatro ocasiones de una de las grandes carreras de ciclismo de ultradistancia que hay actualmente: La Transcontinental. Suficientes motivos para que una gran ruta dando la vuelta a Bélgica empiece y acabe aquí.
Como he contado antes, esta ruta de largo recorrido la dejé para otro momento, pero eso no lo sabía cuando salí de casa…
Al final, la ruta fue desde Geraardsbergen hasta un poco más allá de Rochefort, pasando por Waterloo, Namur y Dinant, en la región de Las Ardenas. Este recorrido lo hice en dos días (algo más de 200 kilómetros).
Salí de casa por la mañana, sin muchas prisas. Me despedí de Eri y me fui directo a subir la primera cota de la ruta: El Muur o Kapelmuur.
Seguido al Muur, subí por el siguiente muro de la zona: El Bosberg. Hacer primero el Muur y luego el Bosberg es un combo muy típico para hacer en cualquier salida por la zona. Allí me estaba esperando Eri que se había ido con la furgo para darme la sorpresa cuando llegase arriba. ¡Bonita sorpresa!
Desde aquí, la ruta va hasta uno de los primeros puntos interesantes de la ruta: La montaña del León de Waterloo.
A continuación, fotos de la ruta hasta llegar a Waterloo.
En este lugar aconteció la famosa Batalla de Waterloo, donde Napoleón y su ejército fueron derrotados.
Un buen sitio para parar a comer algo y estirar las piernas. Desde aquí cogí rumbo a Namur.
El cielo estaba plomizo y hacía fresco, pero por lo menos de momento iba respetando la lluvia, cayendo algún «chispeo» esporádico sin mayores problemas.
A continuación fotos de la ruta hasta llegar a Namur.
Namur es una de las entradas a Las Ardenas y tiene su famosa ciudadela amurallada la cual tiene una subida de las más clásicas de la zona. En esta ocasión no hice fotos porque había algunas obras y afeaban la subida, pero dejo el enlace aquí a la reseña de una ruta que hice hace tiempo pasando por esta mítica subida, por si te interesa. De todas formas hay mil fotos y vídeos en Internet.
Una vez arriba de la Ciudadela, saqué algunas fotos y me dí un paseo por el interior para conocerla un poco ya que la primera vez que estuve iba con el tiempo justo y no me metí por dentro. Merece la pena la visita.
De Namur a Dinant no hay muchos kilómetros y si coges la ciclovía que va junto al río, se hace muy bien por un paisaje bastante bonito. Esa fue la dirección que cogí, mientras iba cayendo la tarde y me tenía que ir pensando el buscar algún sitio donde dormir. El cielo seguía gris, pero sin amenazar lluvia por el momento…
Unos cuantos kilómetros pasado Dinant hay una zona donde se permite vivaquear y acampar. No tenía claro si iba a poder llegar con algo de luz para encontrar el sitio y montar la tienda y además iba un poco cansado cuando vi un pequeño apartadero en la cuneta, entre la ciclovía por la que iba, y al otro lado, la carretera. Era un sitio aceptable donde parar a cenar y dormir y no lo pensé más. Allí me quedé, a unos 14 kilómetros de Dinant.
La noche fue muy tranquila, sin lluvia y pudiendo descansar bastante bien. Un desayuno y a Dinant a tomar un café.
Fue terminar de desayunar, recoger, subirme a la bici y empezar a llover. Desde este momento la lluvia me acompañaría durante toda la jornada, de forma intermitente a veces y «a jarra» otras…
En la cafetería coincidí con otros dos cicloviajeros, que iban calados hasta los huesos y entraron a lo mismo que yo. Cafelito mientras cruzábamos los dedos a ver si paraba de llover. Pero el agua no paraba y había que seguir la ruta. Me despedí de ellos deseándoles buena ruta y me puse en camino. La etapa de hoy la tenía más o menos planeada hasta un poco más allá de Rochefort, donde según mis mapas había un refugio de madera junto a la carretera. El plan era llegar allí y pasar la noche con «una chasca» (si es que podía hacerla, ya que estaría todo mojado). Todavía era pronto y tenía la moral alta. Ya mejoraría el tiempo…¡iluso de mí!. Aquí hay que aclarar una cosa. Las previsiones meteorológicas en Bélgica son una lotería. Cambian de un día para otro y sobre todo por Las Ardenas. O eso, o no he encontrado un buen sitio donde mirar. Pero sinceramente creo más que es lo primero porque ya llevo tiempo por aquí y esta situación la llevo ya viviendo de largo… En Bélgica como dependas mucho de si llueve o no, ¡no sales de casa!. Hay que arriesgar, y más cuando las vacaciones son las que son…
Unos kilómetros más adelante llegué a la zona donde está permitida la acampada, que tenía pensado para la noche anterior. Me acerqué a verla y conocerla para futuros viajes por la zona. Esta zona está reseñada en la web de Bivakzone.be, donde aparecen varios sitios que hay por todo Bélgica donde poder acampar máximo un par de noches. Hay sitios en terrenos privados y otros más libres. Este en cuestión está en unos terrenos que pertenecen al Club Alpino Belga y hay carteles que avisan que solamente se permite a socios u otros clubs autorizados. Por toda la zona hay riscos más o menos grandes donde se concentra una de las zonas de escalada más importantes de Bélgica y parece que lo gestiona todo este club. Pero sinceramente, no creo que haya mucho problema en acampar allí sobre todo si vas para pasar la noche y poco más. En cualquier caso, sabiéndolo quizá no sea mala idea ponerse en contacto con los responsables para pedir permiso si tienes pensado parar allí. El sitio es muy bueno y parece tranquilo. El acceso si no lo conoces y vas por la noche, puede no ser demasiado evidente pero con luz, lo encuentras sin problema. Hice bien en quedarme a dormir antes, ya que hubiese llegado de noche seguro.
A continuación unas fotos y un mini-vídeo.
Al poco de dejar este bonito sitio, después de unos kilómetros por carretera, empieza la ruta a meterse por bosques y caminos de tierra a veces bastante pedregosos pero extremadamente bonitos. Los bosques de las Ardenas son muy frondosos y con rincones realmente bellos. Mi siguiente objetivo era conocer las Agujas de Chaleux. Una formación rocosa que se encuentra en un «agujero», junto al meandro del río y una pequeña aldea de cuatro casas contadas. Para llegar aquí solamente hay una estrecha y rota carretera y un camino atravesando un denso bosque. Mi ruta fue llegar por el bosque y salir por la carretera. Los primeros kilómetros se hacen bien, pero según vas llegando a Chaleux, el camino se complica bastante en algunos tramos.
Fotos a continuación
En estas agujas hay varias vías de escalada de corte clásico y tengo entendido que no son muy frecuentadas. Entre que no es tan sencillo llegar a la zona y que hay tantos días de lluvia al cabo del año, no me extraña. Eso sí, tiene que estar bonito hacer alguna vía y subirse a la cumbre.
Siguiendo la ruta por la estrecha carretera, me encontré con un pequeño risco con algunas vías de corte deportivo. Aparentemente duras, por lo menos para mí.
La lluvia hacía un rato que me estaba dando un poco de cancha y al poco de dejar Chaleux me encontré con el «Camping Paradiso» y me desvié para ver si podía rellenar los bidones y con suerte pillar algo caliente para comer sin tener que sacar el hornillo y los cacharros (cosa que no me apetecía nada con el rollo de la lluvia y que me quedaban todavía unos cuantos kilómetros para llegar al esperado refugio). Pues nada, con el tema del coronavirus, este camping estaba todavía cerrado y los servicios igual, sin poder siquiera ni rellenar los bidones de agua. Eso sí, muy bonito el sitio. Le pega el nombre.
A partir de aquí, guardé la cámara en una alforja porque se puso a llover con bastante fuerza y no dejó de hacerlo prácticamente hasta que llegué a Rochefort, donde tuve un ratito de tregua que me dejó buscar un poco «cómodamente» una tienda donde repostar agua y alguna cosa para la cena. Después de las compras, empezó de nuevo a llover, con mucha fuerza y sin tregua y no me quedó otra que seguir camino, deseando llegar al refugio y hacer un fuego como fuese para secar las zapatillas por lo menos y entrar un poco en calor…
Como decía antes, después de hacer unas pequeñas compras en Rochefort, seguí lo que me quedaba de etapa en dirección al deseado refugio que según mis mapas, no quedaba a demasiados kilómetros y llegaría con luz de sobra para preparar el campamento un poco en condiciones. Pero sucedió un clásico en Bélgica: CARRETERA CORTADA POR OBRAS. Llegué a un punto en el que era imposible pasar por las obras. Además de estar todo cortado con vallas imposibles de saltar, había una auténtica ciénaga. Miré el mapa y para llegar al refugio tenía que dar un gran rodeo por otra carretera y con la que estaba cayendo y que iba ya cansado, la moral se me vino abajo totalmente. Recordé unas obras de una casa que había visto un poco antes de llegar al camino cortado, y pensé que sería la mejor opción meterme allí por lo menos mientras pensaba algo. Y al final decidí pasar la noche allí, y al día siguiente ya vería que hacía. Pero al poco rato de estar en el nuevo refugio improvisado, ya con ropa seca puesta, y viendo la cortina de agua caer sin cesar, los ánimos no eran los mejores. Lo peor, consultar la previsión para los próximos días: alerta amarilla por tormentas para los próximos días.
Pasé la noche allí y a primerísima hora de la mañana me fui ya que lo más seguro es que volviesen los obreros a seguir con su obra.
Con los ánimos tocados por la situación, las zapatillas totalmente caladas, una muda seca y un recambio de culotte y maillot y sin previsiones de que la cosa mejorase, estuve vagabundeando por los pueblos de la zona buscando a la desesperada algún hostal o algún alojamiento donde poder secar la ropa y descansar. Todo esto mientras hablaba por teléfono con Eri, porque la cosa pintaba mal y posiblemente le pediría que me viniese a buscar con la furgoneta. Hice lo posible por encontrar algún sitio pero donde llamaba o me presentaba, todo cerrado por el tema de la pandemia. Ya podían abrir según la fase de desconfinamiento en la que estábamos pero se ve que era pronto todavía y mucha gente decidió esperar a abrir sus negocios.
Llegó un momento en el que me dí cuenta que lo más lógico era volver a casa. Hay veces en las que hay que saber darse la vuelta y no forzar las cosas. Finalmente llamé a Eri y vino a rescatarme.
En el último momento, mientras esperaba ya tranquilamente a Eri en el último pueblo donde intenté encontrar alojamiento, surgió una oportunidad de ir a un pequeño hotel regentado por una mujer que pertenece a una organización de apoyo a cicloviajeros. Esto ocurrió gracias a unos buenos amigos que se enteraron de mi situación a través de Eri. Estuve dudando pero al final decidí de todas formas volver a casa ya que los próximos días iban a ser malos con lluvia y tormentas en el mismo plan y de todas maneras iba a estar bloqueado o precario. Para estar en ese plan, decidí mejor volver a casa y esperar unos días, para retomar de nuevo las vacaciones de bici, pero esta vez de otra forma. La gran ruta queda aplazada para otro momento mejor.
Otra aventura en la mochila…
Por suerte pude volver a casa, descansar y preparar todo para volver a salir de viaje del que salieron varias rutas bonitas e interesantes que próximamente reseñaré en la web.
Espero que te haya gustado esta historieta.
¡Salud y pedales!
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