Recuerdos de La Maliciosa

La Maliciosa, mi montaña favorita de La Sierra de Guadarrama. Prominente y majestuosa sobresale como un farallón con su escarpada cara sur. Con sus 2227 metros sobre el nivel del mar, es una de las cumbres más importantes de toda la sierra y para mi gusto, la más bonita.
Es inevitable no fijar la mirada en ella cuando pasas cerca, y no sentir deseos de subir a su cumbre.
Desde más de mil kilómetros de distancia, se extrañan a veces estas cumbres en las que he pasado de los mejores momentos de mi vida. He estado en esta montaña unas cuantas veces y espero volver algún día a subirme a su chepa.
Esta web va de ciclismo, pero va también de la vida y a La Maliciosa he subido con la bici, andando y escalando y siendo mi montaña favorita de Guadarrama, me apetecía hacerle este pequeño homenaje desde Cultura de Pedal.
Por supuesto, son simplemente mis recuerdos de algunas de las aventuras que he vivido allí. Cuestiones humanas, que a «ella» poco le importan…
Compartiré con vosotr@s tres momentos diferentes que recuerdo con especial cariño. Solamente con algunos «esbozos de la memoria», sin entrar en demasiados detalles para no aburrir.
1. «La infernal», ruta en bici
2. Marrón en la cara sur
3. Escalada por la vía Toñi
1. «La infernal», ruta en bici

Por aquellos años, unos amigos habíamos fundado un club de ciclismo de montaña y organizábamos rutas todos los fines de semana, normalmente por La Sierra de Guadarrama. La ruta oficial se hacía siempre en domingo, y a veces de forma extraoficial algunos quedábamos los sábados para hacer algo. En esta ocasión se nos ocurrió una ruta que hoy día con las nuevas leyes del Parque Nacional, creo que sería imposible hacer si queremos cumplir con la legalidad vigente (tristemente…).
La ruta la bautizamos como «La infernal» y fue tal que así:
- Collado Mediano – Cercedilla (por carretera)
- Cercedilla – Pto. de Navacerrada (por el camino del Calvario)
- Pto. de Navacerrada – La Bola del Mundo (por la pista de hormigón)
- La Bola del Mundo – La Maliciosa (ver foto superior)
- La Maliciosa – Zetas de la Pedriza (campo través por las fuentes del río Manzanares)
- Zetas de la Pedriza – La Nava
- La Nava – Manzanares el Real
- Manzanares el Real – Villalba (por carretera)
No guardo datos de kilómetros, desnivel, tracks ni nada ya que por aquellos años no llevaba casi ni cuentakilómetros. Pero cualquiera que conozca Guadarrama bien, se puede hacer una idea de que estamos hablando de una ruta bastante exigente.

La subida a la cumbre de La Maliciosa desde el Collado del Piornal, donde se encuentra el viejo pluviómetro, hubo que hacerla con la bici en la espalda ya que es «imposible» subir pedaleando por la pedrera. Recuerdo que la gente nos preguntaba si estábamos cumpliendo alguna promesa, porque desde luego no mucha gente con bici se veía normalmente por ahí. La llegada a la cima fue un gran momento, dónde nos quedamos un rato a comer algo y disfrutar de las privilegiadas vistas que se pueden disfrutar desde allí. La bajada algún tramo se hizo montado en la bici, aunque bastante técnico y con mucho cuidado de no accidentarnos, ya que no es el mejor sitio para «hacerse una avería».
Después de volver al pluviómetro, nos tiramos para abajo por el nevero que se forma en ese lado de la montaña, dirección La Pedriza. A partir de aquí, ya es otra historia que puede que en otro momento rememore en el blog…

Una gran jornada de montaña. Nunca lo olvidaré. Ni tampoco olvidaré que al día siguiente nos fuimos a hacer una ruta por Abantos – Peguerinos con el resto de amig@s del club y no podía con mi vida…
2. Marrón en la cara sur

En esta ocasión fuimos a escalar la cara sur y tuvimos lío…
Hacía mucho tiempo que tenía ganas de ir a escalar la muralla sur que tanto atrae cuando ves la montaña de lejos. Pero nunca encontraba el momento o los compañeros para ir, ya que la caminata hasta la base de la pared es larga y empinada y la escalada, algo «alpina», como se conoce en el argot de escalada, una pared de escalada clásica o de aventura. Dónde no abundan los seguros fijos y lo que hay suele estar en no muy buen estado. En una época en la que cada vez se busca más la seguridad, escalar en este tipo de entornos no es algo «de masas».
Fuimos una cordada de tres, y para los tres era la primera vez que estábamos allí. Nuestra intención era buscar la «vía Toñi» que es una canal rocosa que tiene más atractivo normalmente en invierno cuando en los días más fríos se forma una cascada de hielo. Cuando la pared está seca, «La Toñi» es la vía más fácil. El caso es que no dábamos con la entrada a la vía y había que decidirse. No pensamos mucho más y buscamos una alternativa, y mirando la pared buscando alguna opción lógica, ví un clavo y un poco más arriba otro… «por ahí vamos a subir» (pensé, ingenuo de mí).
Los papeles estaban repartidos. Me tocaba tirar toda la escalada en cabeza, asumiendo todo el mayor riesgo y la responsabilidad de montar las reuniones suficientemente sólidas para colgarnos tres personas de ellas, etc etc (no me quiero enrollar en temas técnicos para no aburrir a quien no se encuentre familiarizado con estas cosas).
Empecé a escalar buscando el camino más lógico (tiempo después supe que nos metimos por la vía Alta Ruta). Al principio no era muy complicado pero a medida que le ganábamos metros a la pared, la cosa se iba poniendo complicada. Tal que en algún momento no elegí bien y tres largos de cuerda arriba, me quedé debajo de un techo el cual no tenía material para afrontar (y de tenerlo, no creo que me hubiese atrevido). Iba ya muy tocado y se iba cayendo el sol… Decidí lo más sensato, que era abandonar y bajarnos de allí.
La bajada fue toda una odisea, con enganchones de cuerdas y a oscuras ya que el sol se fue en pleno descenso y empezó a hacer fresco … (para colmo, porque con las manos frías y temblorosas, no se manejan las cuerdas en las mejores condiciones).
Llegamos a las mochilas que teníamos en la base, a las 12 de la noche si mal no recuerdo, y todavía nos quedaba todo el camino hasta el coche, con las energías en las últimas. Quitando el cansancio, estábamos bien, pero era tarde y nuestras familias estaban preocupadas sin saber nada. No había manera de llamar para avisar y suponíamos que habría una patrulla de la guardia civil buscándonos, o a punto de salir… Efectivamente en cuanto pudimos hacer una llamada, llamamos directamente al 112 para comentarles nuestra situación, ya que era más que seguro que habría ya un aviso para buscarnos (y así era). Llamamos justo a tiempo y todo quedó en una historia para contar.
Lo peor de todo fue que al día siguiente tuve que ir a trabajar, y dormí muy poco esa noche…
3. Escalada por la vía Toñi

Un tiempo después del primer intento, volví de nuevo a la cara sur con intención de escalarla. Esta vez fui con otros compañeros de escaladas pedriceras, y nos repartimos en dos cordadas de dos.
Para esta ocasión dimos bien con la entrada a la vía, hacía mejor día, y todo salió bien. ¡Hicimos cumbre!
Recuerdo una jornada de montaña de las buenas. Mucho cachondeo y buen rollo para subir una montaña tan bonita. ¡Inmejorable!.

No hubo ningún contratiempo ni nada raro, a parte de que las dos cordadas llevábamos ritmos bastante diferentes. Yo iba atado con Berni y El Patxi con un vecino suyo (no recuerdo su nombre). Ellos iban bastante más rápidos tanto en la aproximación, la escalada como el descenso. Pero vamos, que iban con un petardo metido en el culo, como se suele decir je je je. Nos tuvieron que esperar un rato largo en el coche. ¡Qué prisas!

En alguna ocasión más he estado en esta montaña, tanto por la noche como por el día. Siempre disfrutando mucho de este rincón de La Sierra de Guadarrama.
Espero que haya más ocasiones de subir, aunque ahora estando tan lejos, es un poco más complicado.
¡Nos veremos Maliciosa!